Para Q! 72, julio de 2011. Fotos: gentileza Laura Rabinovich
Otros rezos, los mismos dioses
La obra que estrena el grupo de danza Afro Gùsú pone en diálogo la simbología de la danza de orixás con músicas y lenguajes provenientes de distintos ámbitos. Fusión, renovación y una mirada urbana plantean otras formas de contar relatos, mil y una vez narrados.
Panteón se gestó en 2008, cuando una mañana, muy temprano, tomó forma una coreografía que mezclaba hip hop con danza afrocubana, sobre una música de Telmaris. ¿Algo más? Sí, la secuencia de movimientos se inspiraba en Eleguá (así denominan los santeros a este orichá –Cuba- u orixa -Brasil). Luego llegaron otras mañanas, y otros ensayos, hasta que surgió la idea de armar un espectáculo. El grupo, Afro Gùsú (significa Afro del Sur), busca expresarse en su propio idioma y vivenciar la danza afro desde este lugar en el que les tocó nacer, la Argentina, y la ciudad. Hablamos con su directora, Laura Rabinovich.
La relación que se establece, en Panteón, con la danza de orixás es grande, principalmente, porque en la obra hay una coreografía dedicada a cada orixá. “Su base es la danza de orixás afrobrasilera. A partir de esa base, mezclamos su esencia con otras formas de danza, afro o populares. No lo hicimos tanto con la danza académica porque nos parece contraria al lenguaje corporal de la danza afro”, cuenta la directora de la obra.
La idea de bailar una coreografía para cada orixá se presentó de diferentes maneras a lo largo del desarrollo de esta danza en el país. Una de ellas, quizás la más bailada en tablas y calles de Buenos Aires, Rosario u otras ciudades, fue el Xirê que, desde hace años, propone la profesora Isa Soares con su grupo Alabasé. Acompañado por toques y cantos tradicionales, Xirê respeta el ordenamiento jerárquico que ocupa cada orixá en una casa de candomblé y propone recreaciones de estas danzas simbólicas.
En esta oportunidad, la propuesta de Panteón se abre a la fusión y explora nuevos movimientos y sonoridades tal como lo hacen cada día más bandas de música, en las que la electrónica se incorpora al tango, o a un toque tradicional de tambor, como ingredientes de composición en igualdad de condiciones. En el campo de la danza afro, unos años más tarde de la llegada del siglo XXI, la bailarina y profesora de danza afro Marcela Gayoso incorporó el teatro y el tango en su propuesta escénica sobre Exú. En el caso de plástica, el artista Juan Batalla fusiona también, en parte de su obra, elementos contemporáneos y tradicionales. Muchos otros practicantes y conocedores de la cultura afro también lo hacen, en el ámbito de la danza, de la capoeira, de la música, de las artes visuales… Antecedentes de esta exploración que recrea, que transforma y que mixtura, sobran. Uno de ellos es el trabajo que, en su tiempo, realizó Ramiro Musotto con su música electrónica, los toques tradicionales de candomblé y el uso del berimbau o, yendo aún más lejos, el mismísimo Piazzolla con el tango… Contar, en el idioma que uno mismo construye, desde su ámbito, fue –y es- una necesidad que experimentan grandes y pequeños artistas, a lo largo de la historia de las artes.
En Panteón, la idea de mezclar no se agotó en los gestos de la danza sino que buscó otras relaciones con la música. “Mezclamos elementos de la cultura afrobrasilera -o afro en general- con elementos urbanos, modernos, contemporáneos” -explica Rabinovich y puntualiza: en Panteón se escucha música brasilera, cubana, colombiana y norteamericana”.
¿Cuál es la esencia de Panteón?
Creo que la resume un subtitulo que al final no le pusimos a la obra: “Otros rezos, los mismos dioses”. Es rezarles a los orixás de la manera que uno prefiere, de la manera más auténtica posible, aunque sea idiosincrática. Mucha gente -todavía hoy- se pregunta por qué tantas argentinas bailan danza de orixás, si no son afrodescendientes. Creo que es hora de dejar de hacerse esa pregunta y empezar a vivenciar realmente esta danza desde nuestro lugar. Por eso Afro Gùsú se llama así, es nuestro lugar en la tierra. Toda danza –o arte- es un reflejo de lo que a uno le pasa como ser humano. Y la danza, como lenguaje, solamente puede decir lo que uno quiere expresar. Si no hay nada para expresar, no importa cuántos años hayamos tomado clases o estudiado tal o cual técnica. Panteón habla de lo que Afro Gùsú tiene ganas de contar, que es suvivencia de las danzas de orixás, en Buenos Aires, en el 2011.
¿Cómo fue el proceso creativo?
Se dividió en dos. Por un lado, diseñé todas las coreografías menos cinco, que se trabajaron como taller de composición con el grupo. Por el otro, en este taller, coordinado con consignas y, en muchos casos, también con una selección musical, las bailarinas, dirigidas y entrenadas por mí, trabajaron en subgrupos y armaron 5 coreografías, basadas principalmente en la dinámica de movimiento de los orixás. Incluyeron, obligatoriamente, algunos pasos tradicionales dentro de las composiciones.
¿Cómo trabajaste compositivamente?
Profundicé en cada uno de los ejes de movimiento de los orixás y en la utilización que hacen del espacio, del tiempo y de la energía. Es decir, en las dinámicas de movimiento de los orixás (en su versión afrobrasilera). También, tuve en cuenta aspectos simbólicos y traté de ponerlos en contacto con otras formas de danza, de origen africano (afrocubana, de la costa oeste africana y hip-hop). Me interesaba trabajar dentro de los parámetros de movimiento afro que visualizo en mi Técnica de Raíz Afro para el Movimiento (TRAM), cuya base es el eje inclinado, la flexión de rodillas, el rebote, la predominancia de líneas curvas.
¿Qué es lo que más te gusta de Panteón?
Que es auténtico y no intenta imitar nada.
Panteón se presenta los domingos 17, 24 y 31 de julio y el domingo 7 de agosto, a las 18.30 hs. en el teatro Buenos Ayres Club, Perú 571. Dirección: Laura Rabinovich. Idea: Afro Gùsú. Asistente de dirección y maquillaje: Paula Donato. Intérpretes: Anahí Burkart, Mariana Cardozo, Ayelén Cura, Carola Hermelo, María Luna Kelly, Carla Daniela Plaza, Joergelina Ruiz, Paula Sarmiento y Ana Paula Vara Iturralde.